Existimos porque los seres humanos no somos perfectos. El único perfecto es Dios, y su obra está hecha para demostrar su valía, para probar sus límites constantemente y salir airosos de cada prueba.

En mi opinión, Dios nunca nos envía más de lo que podemos soportar, y él sólo quiere sacarnos de nuestra zona de confort para que aprendamos que nada en esta vida está garantizado, para que valoremos lo que tenemos y luchemos por lo que necesitamos y soñamos.
Bien, esa es mi reflexión teológica o religiosa del tema.
Hablando desde mi parte más realista, puedo decir que es porque tomamos decisiones. ¿Buenas? ¿Malas? ¿Destinadas a fracasar? De todos los tipos.
Desde mi punto de vista, nuestro destino está marcado por la mano de Dios y nuestras propias elecciones. Es esa combinación la que guía nuestros pasos y, probablemente, muchos estén en desacuerdo conmigo.

Existen las madres solteras por elección:
- Mujeres exitosas, sin una relación, que deciden usar métodos alternativos para tener hijos por su cuenta.
- Mujeres que decidieron separarse de su pareja, por diversos motivos, y continuaron su embarazo. El padre puede o no seguir involucrado en la crianza, pero la encargada es la madre.
- Mujeres que deciden no contarle nada al progenitor.
También están las madres solteras por obligación:
- Mujeres embarazadas que fueron dejadas por el padre, quién decide terminar la relación o no formalizar una. Puede o no involucrarse en la crianza, pero de igual forma, la responsabilidad es de la madre.
- Mujeres que perdieron a su pareja.
- Mujeres que no conocen la identidad del padre.
Lo importante es que aquí estamos, somos un grupo resaltante, que nos valemos por nosotras mismas y solo queremos salir adelante y darle un buen ejemplo a nuestros hijos. Tomamos nuestras decisiones en función de eso y, con la ayuda de Dios, vamos forjando nuestro destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario